miércoles, 2 de febrero de 2011

ÁRBOLES DE HOJA PERENNE




¡Es invierno! Los árboles de hoja caduca, tan verdes y frondosos en primavera y verano, ahora están desnudos y los bosques presentan una típica estampa invernal. ¿Imagináis como sería nuestro planeta sin árboles de hoja perenne? No solamente veríamos un paisaje diferente, sino que los niveles de oxígeno ambiental disminuirían, ya que también se vería afectada la fotosíntesis diaria de las plantas, pero este sería otro tema.
Por suerte, en invierno también tenemos hermosos árboles, pudiendo disfrutar de bosques de pinos, abetos, encinas y muchos más.
Hoy hablaremos de: la encina, el acebo y el madroño. Ambos muy conocidos desde la antigüedad, respetados y queridos por celtas, griegos, romanos y más pueblos.




LA ENCINA
Quercus ilex

De la familia de las Fagáceas, gran familia de más de mil especies de árboles y arbustos, caducifolios unos, (como el castaño del que ya hablamos en el capítulo anterior), perennes otros, como es el caso de la encina.
La encina común es, sin duda, uno de los árboles más emblemáticos de todo nuestro valle. Con ellas hemos crecido y bajo su sombra nos hemos cobijado. En los crudos días de invierno, su leña dura y fuerte, ha hecho chisporrotear el fuego, calentando nuestras cocinas, alegrándonos con sus rojas brasas.
De crecimiento lento, fuerte y tenaz, puede superar los mil años de edad y llegar hasta una altura de treinta m.
La encina prefiere suelos calizos sueltos y profundos. Soporta bien la escasez de agua y las temperaturas extremas. Es una especie muy resistente, agradecida y que requiere pocos cuidados.
Puede desarrollarse perfectamente hasta los 1.400 metros sobre el nivel del mar. Frecuentemente crece en forma arbustiva, o formar extensos bosques. Las encinas se suelen utilizar en las dehesas, es decir, en forma de árboles dispersos y con pastos en el suelo, o en fincas sembradas de trigo, lo que hoy supone un ejemplo de equilibro entre ecología y explotación agrícola y ganadera.
En la actualidad, al menos en nuestra zona, la encina está protegida, de modo que las talas están controladas, no pudiendo cortar sin permiso oficial.




La copa: densa y redondeada; suele tener un tronco corto y ramas rectas y ascendentes.
La corteza: de color negro pardusco, se agrieta en pequeñas placas cuadradas.
Los brotes: delgados y lanosos, de color grisáceo.
Las hojas: varían de forma, según el clima y terreno donde crezcan, pueden ser ovaladas, o largas y estrechas; en ambos casos tienen los márgenes ondulados. El haz es áspero y de un verde negruzco brillante, el envés es verde grisáceo y densamente peludo.
Las flores masculinas: en amentos de color oro pálido, de unos seis cm. de longitud.
Las flores femeninas: verde grisáceas y peludas, con el extremo de color rosa, con dos cm. de longitud, crecen sobre pedúnculos lanosos formando racimos. Ambas florecen entre abril y mayo.
Los frutos: bellotas de color verde claro, de unos dos cm. de longitud, unidas a la rama por un profundo cascabillo cubierto por hileras de escamas de color gris y pelos grises. En noviembre maduran y caen al suelo.
Las bellotas son aptas para el consumo humano aunque resultan algo pesadas. De ellas se obtiene harina para distintos usos. También se emplean para hacer licores. En España, de todos es sabido, el mejor jamón es el de “bellota”.
Otros usos: Tiene una madera dura, fuerte y resistente, de fácil modelación, que se usa en carpintería para postes, ruedas, bancos, etc.; como leña para el fuego y para hacer carbón vegetal; con la corteza se pueden curtir y teñir pieles.





La encina en la historia

La encina hunde sus raíces en tiempos muy remotos, cuando Europa estaba cubierta de extensos e impenetrables bosques.
Fue árbol sagrado de los celtas. Su nombre quercus significa árbol hermoso, y proviene de la palabra celta quercuez.Fue símbolo de justicia y fuerza para los aqueos, considerada árbol divino para los griegos, de la constancia para los romanos etc.,
En nuestro país, sabemos de su existencia y consumo de bellotas, gracias a Caius Plinius (23 a 79 d. n. e) quien escribe: “...la bellota figura entre los postres…”
Hasta bien entrada la Edad Media, España era una fronda dominada por encinas.
El poeta Antonio Machado dice que este árbol, es símbolo del carácter del pueblo español.
De uso medicinal, gracias al ácido cuercitánico, que tiene excelentes propiedades astringentes, por lo que ha sido muy utilizada en medicina popular para curar catarros, heridas, sabañones, etc.
La encina es pues, uno de nuestros árboles más hermosos. Nuestros antepasados la respetaron y cuidaron. ¿Seremos nosotros los que, sin ninguna consideración, acabemos con ella?.
Allá por el año 1256, Alfonso X el Sabio, consciente de la importancia, de los bosques en general, y sobre todo de la encina, dijo:



“Que no pongan fuego para
quemar los montes, e mas
que otra cosa las encinas.
E al que lo fallaren faciendo,
que lo echen dentro”.
Cortes de Valladolid.1256




EL ACEBO
Ilex aquifolium

De la familia de las Aquifoliáceas; el género más conocido y numeroso, son los acebos, con más de quinientas especies. Es perenne, y crece como arbusto o árbol pequeño, en bosques, espesuras y, como árbol ornamental por todo el oeste, centro y sur de Europa; alcanza una altura de seis m. con tronco recto, que se ramifica desde la base y que puede llegar a vivir hasta cien años.

La copa: cónica, de forma espiral y con ramas ascendentes en los árboles jóvenes; con el tiempo se vuelve densa e irregular. Constituye un excelente abrigo para muchos animalillos, ya que siempre cuenta con dos o más grados de temperatura con respecto al medio.
La corteza: lisa y de color gris plateado
Los brotes: de color verde vivo o púrpura; recios y estriados.
Las yemas: verdes, muy pequeñas y puntiagudas.





Las hojas: muy variables, aunque suelen ser coriáceas y ovales; de seis a ocho cm. de longitud, con el extremo puntiagudo; el haz es de color verde oscuro brillante, y el envés verde vivo y mate.
Las flores: masculinas y femeninas, nacen en arbustos separados y se encuentran en racimos densos y fragantes, situados en la base de las hojas. Son flores pequeñas, que proceden de capullos color púrpura. Florecen de mayo-junio.
Los frutos: bayas muy venenosas de color rojo coral, lustrosas, con cuatro semillas negras, maduran en otoño y permanecen en el árbol durante todo el invierno. Como es lógico, el fruto solo aparece en los árboles femeninos.
Usos: tiene una madera dura, de grano fino, de color blanco marfil, muy valiosa para hacer artículos torneados, tallas, incrustaciones, etc., muy fácil de teñir.



Aunque las bayas son venenosas, las hojas y la corteza sin embargo, son de uso médico y se utilizaban antaño, como un remedio para calmar la fiebre
Dado que es un arbusto vistoso y llamativo por los colores que tiene, ha sido utilizado errónea y abusivamente como adorno de Navidad, lo que ha producido una gran recesión en su estado natural; esto sumado a la deforestación progresiva de los bosques, hace que la especie esté protegida en Europa.


El acebo y los celtas


El Acebo, era considerado un árbol sagrado para los antiguos celtas, que lo llamaron Tinne, el guardián de la sabiduría durante la época oscura del año, el invierno.
Dice la leyenda que no se le puede engañar o mentir, es el arquetipo de sinceridad. Esta creencia, viene de los druidas que construían sus varitas con ramas de acebo que eran empleadas en sus juicios como testimonio mudo de la presencia de la verdad; era considerado protector de la casa.




EL MADROÑO
Arbutus Unedo


Pertenece a la familia de las Ericáceas de unos dos mil arbustos y unos cuantos árboles pequeños y se extienden por la mayoría de los sitios fríos del mundo. Casi todos son de crecimiento bajo.
Lo podemos encontrar en Zamora y Salamanca y quizás en algunos otros lugares de España.
Es un árbol pequeño y perenne que crece en espesuras, bosques y sitios secos y rocosos. A veces se planta como protección y ornamento y alcanza una altura de unos doce m.
La copa: baja, densa y redondeada, con ramas ascendentes que se apoyan sobre un tronco muy corto.
La corteza: de color rojizo oscuro, se va desprendiendo, y forma unos surcos pardos grisáceos.
Los brotes: peludos, rosados por arriba y verdosos por abajo.
Las hojas: lanceoladas, con márgenes dentados. Nacen sobre unos pedúnculos rosados y vellosos. Son de un verde brillante por el haz y verde más pálido por el envés.
Las flores: blancas, con un matiz verde o rosado, en forma de frasco; crecen en racimos colgantes de unos cinco cm. de longitud. Aparecen en otoño en el mismo momento que madura el fruto del año anterior.





El fruto: redondeado, de unos tres cm. de diámetro, con una piel áspera formada por minúsculos granitos cónicos, que al madurar pasa del amarillo al escarlata. Las semillas, dispuestas sobre el centro del fruto, son pequeñas y de color pardo.


Usos :Son muchos los usos del madroño. Sus frutos son comestibles. Aun siendo un poco insípidos, no les falta algo de dulzor. Se pueden confeccionar mermeladas y confituras de madroño.
Los frutos pueden aprovecharse para obtener bebidas alcohólicas por fermentación.
Y ya que en todo este capítulo hemos hecho referencia a los celtas, era el madroño el más usado por los druidas como planta medicinal.
Personalmente, en el otoño del año pasado, en Salamanca, conocí por primera vez madroños, mezclados con robles y castaños. Estaban cargados de flores y frutos rojos que llamaban poderosamente la atención.

2 comentarios:

TINÍN dijo...

Te lo has currado, si señor.
Las fotos están muy bien y la información es aplia y técnica.
Sorprendenos de nuevo con la "SIGUIENTE ENTREGA"

TINÍN.

Anónimo dijo...

COMO SIEMPRE, ENGANCHA TU TEMA, TE HACE DISFRUTAR CON LA FOTOS Y ENTRENER Y SOBRE TODO APRENDER SIEMPRE ALGO NUEVO, COMO SIEMPRE ANSIAMOS TUS TRABAJOS DE CAMPO, TAN COMPLETOS Y LUMINOSOS COMO UN RAYO DE SOL, ADELANTE AMIGA BESITOS DE BEGO